Diferencia entre la codependencia y la adicción al amor

Por codependencia entendemos el grado de sufrimiento que se experimenta ante la propia vida al considerarla inaceptable, y por adicción, hablamos de un comportamiento compulsivo, con el cual generalmente se intenta combatir el estrés producido por la codependencia de base.

La codependencia es la dolorosa sensación de abandono y baja autoestima, la incapacidad para cuidar de un mismo, el pensamiento distorsionado de la realidad que hace que veamos al otro como un "poder supremo". Cuando el dolor se hace demasiado intenso recurrimos a la adicción a una sustancia (alcohol, tabaco, drogas, etc.), a un comportamiento compulsivo (juego, sexo, comer, etc.), o a una persona (pareja, religión, ídolos pop, etc.), la función de la cual es eliminar esta realidad intolerable. Estas salidas, que alivian momentáneamente la ansiedad, pueden derivar en una incapacidad para la intimidad, en el aislamiento de los otros y en un comportamiento ofensivo o controlador, que acaba generando frustración y angustia.

Podemos ser adicto-codependientes, desarrollando adicciones para aliviar el dolor de nuestra codependencia no tratada. Nos enredamos en relaciones dolorosas que nos resulta casi imposible dejar porque, a pesar de todo, alivian un poco el dolor del vacío.

Teniendo en cuenta este esquema, es lógico pensar que el primer paso, antes incluso que seguir un programa heroico de doce pasos, en los que dejamos la botella para engancharnos a la creencia en Dios, y por lo tanto sólo cambiamos el objeto de nuestra dependencia a una forma socialmente menos incómoda, tiene que ser la atención de la codependencia de base. Sobre cómo hacerlo hay muchas teorías. La más extendida es la visión freudiana de que somos consecuencia de los acontecimientos de nuestro pasado, y que si ahora somos codependientes es porque nuestros padres nos pegaron o no nos quisieron de pequeños. Hay que tener mucho cuidado con estas fantasías, porque corremos el peligro de quedarnos anclados en el pasado y tratarnos como niños en vez de como adultos. Si te pica la cabeza ¿te rascas el pie? Entonces, si ahora sufres de codependencia ¿por qué buscas curar al "niño interior" si es el adulto de hoy quien padece? Es como una huida y no querer afrontar la responsabilidad de tu propia vida. Sin duda, es muy fácil echarles la culpa a los demás, a los padres, a tus compañeros, a la "gente" que es como es, pero tú no, como si tú fueras ajeno al mundo en el que vives. ¿No se te a ocurrido pensar que no se trata tanto de lo que te pasa sino de cómo te lo tomas? ¿por qué si no en una misma familia, hermanos que han vivido en las mismas condiciones, unos generan codependencia y los otros no? Si la teoría del "niño interior" fuera cierta tendria que ser para todos iguales, y sí, seríamos como robots programados y reprogramables, que es lo que intentan hacer en las "terapias".

James Mangold, 1999
Hay una película de finales de los 90, llamada Inocencia Interrumpida, que habla de una chica que ingresa en una residencia "para locas". Diagnosticada con un desorden fronterizo de la personalidad, en realidad lo que tiene un caos mental increíble y muchas preguntas sin responder. Mientras sus compañeras van cayendo como gusanos, ella es la única que consigue salvarse de esta quema de brujas, precisamente porque se interesa por lo que le pasa y no deja nunca de escribir. La imagen de ella anotando sus impresiones en el cuaderno es recurrente en todo el film, y finalmente acaba por convertirse en una escritora. Esto tiene lógica, ya que si codependiente significa que necesitamos de alguien o algo que nos dé realidad, entonces buscarla a través de ti misma, escribiendo, trabajando, pintando, haciendo cualquier cosa que te haga contactar con la realidad de tus vivencias de primera mano, que confirme tus percepciones, que te haga sentir real, que tengas la certeza de que de que sientes lo que sientes, tiene que ser lo primero. En mi ejemplo personal, yo no he dejado de escribir, y cuantas veces no he sentido que esto ha impedido que me hundiera (otras muchas veces he caído, pero sabiendo que existe este recurso).

Hay una interesante escena en la película en la que una noche las internas, saltándose todas las normas, tienen acceso a sus expedientes y se los leen mutuamente. La protagonista, Susana (Winona Ryder), busca el diagnostico antes mencionado en una enciclopedia de la estantería del director para ver a qué se refieren. Al terminar de enumerar en voz alta la lista de síntomas reconoce que a ella le pasa todo esto, pero Lisa (Angelina Jolie), otra paciente, le dice: "Así somos todos". La etiqueta que más le choca es la de "Impulsos autolesionantes, como el deseo sexual" refiriéndose a que es "promiscua", lo cual ella niega ¿Desde cuando ser promiscua es un síntoma de locura? Esta película también me ayudó a comprender cuanta moral y miedo mal disimulado hay en los diagnósticos que los psiquiatras les pegan en la frente a sus pacientes, como para establecer una línea divisoria bien clara con ellos, porque no se atreven a hacerse las preguntas adecuadas. Yo he estado en locales de Berlín donde comen mierda y tragan orines con un embudo, y ante la pregunta de si esto es un trastorno psíquico o libertad sexual, me di cuenta de que esta valoración solo está en la mente del que observa. Cada cual decide lo que quiere hacer y lo que no, y si alguien nos pide ayuda le ofrecemos ayuda, en vez de imponérsela cuando el que necesita ayuda somos nosotros.

Referencias:
BEATTIE, M. (1987): Libérate de la Codependencia. Málaga. Ed. Sirio.
MELLODY, P. (1997): La adicción al amor. Barcelona. Ed. Obelisco. 

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